8 de enero, manifestación por la reapertura de la fábrica de Coca Cola de Fuenlabrada

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Ahí están, en su campamento de la Dignidad, en la calle a diario, en las redes sociales. Llevan 11 meses de lucha, 340 días. Luchan por ellos pero también por nosotros. Defienden unas Termópilas de derechos laborales de empleo y de salarios dignos. Resisten a la ofensiva neoliberal que quiere convertir a los trabajadores en parados o en un precariado rayano con la esclavitud. En unos tiempos en los que la participación en huelgas desciende a la mitad, parece que van a contracorriente con una lucha infatigable. Pero en realidad lo hacen a favor de la justicia, de los derechos, de un futuro decente para todos. Y es que hay épocas en las que la única actitud coherente es la resistencia. Es una responsabilidad. Porque de eso se trata. Las embotelladoras de la multinacional Coca Cola presentaron un expediente de regulación de empleo con alevosía hace casi un año. Estaban cerrando la negociación del convenio colectivo por la mañana y por la tarde se presenta el ERE que afectaba a 1.253 afectados directos y a otro millar indirecto. El ERE no se correspondía con una situación de crisis económica: las embotelladoras de Coca Cola tienen altos beneficios y una facturación de 920 millones de euros. Contra el ERE fraudulento empezó entonces una huelga indefinida en la planta de Fuenlabrada amenazada por el cierre que duró 60 días. Con el ERE aprobado conforme a la reforma laboral, los trabajadores recurren a los tribunales e intentan impedir que se desmantele la planta de Fuenlabrada haciendo guardias permanentes en las puertas. La Audiencia Nacional resuelve el recurso y declara nulo el ERE y los 821 despidos forzosos, por ser totalmente ilegales. La sentencia es contundente en sus fundamentos de derecho y la nulidad de los despidos se basa en tres razones: se ha vulnerado por la empresa el derecho fundamental a la huelga al sustituir en el mercado la producción de los huelguistas por la de otros silos y centros de trabajo; hubo falta de información a los representantes sindicales durante el periodo de consultas; y se incumplieron las directivas de la Unión Europea en materia laboral. Coca-Cola Iberian Partners recurre al Tribunal Supremo, pero no cumple la sentencia que es muy clara: readmisión en el puesto de trabajo y en las condiciones anteriores al despido. Ante dicho incumplimiento, la Audiencia Nacional ha tenido que dictar otro auto de ejecución provisional para que se produzca la reincorporación inmediata de los 351 trabajadores que lo han solicitado a fecha de diciembre de 2014. Pero por segunda vez la empresa vuelve a burlar el auto de la Audiencia, incumpliéndolo con una interpretación torticera al mandar cartas de recolocación fuera de Madrid a 236 de los despedidos; con ello no respeta la recolocación en las condiciones anteriores al despido, tal y como establece la sentencia. Parece que la empresa busca vengarse de la plantilla de Fuenlabrada, no abrir el centro ni reincorporar a sus puestos de trabajo a 236 trabajadores. Su objetivo es ganar tiempo para derrotarles por hambre y cansancio: llevan casi un año de lucha, les adeudan salarios desde abril y no cobran el desempleo desde hace dos meses. En fin, un auténtico escándalo que una empresa con altos beneficios despida masivamente a cientos de trabajadores, viole derechos fundamentales y desacate reiteradamente las sentencias de los tribunales. ¿Cómo puede el gobierno permitir que una empresa siga ignorando la legalidad y se ría de todos? De seguir así, el siguiente paso tendrá que ser instar el apremio y el embargo a Coca Cola. La pregunta es ¿qué podemos hacer para ayudar y solidarizarnos con la plantilla de Coca Cola y poner en su sitio a una empresa que se coloca por encima de la ley, de los derechos laborales y de la justicia? Hay dos respuestas en estos momentos y a ellas nos llaman los trabajadores: – Acompañándoles y manifestándonos con ellos en toda ocasión que sea posible. Una cita importante es el 8 de enero a las 18 horas de Atocha a la Puerta del Sol. Allí habrá que estar para que algún día no tengamos que lamentarnos de por qué faltaron a la cita aquellas multitudes obreras con banderas rojas y tricolores unidas en la calle exigiendo pan, justicia, libertad y solidaridad. – Participando activamente en la campaña #2015SinCocaCola un boicot que se mantendrá hasta que la empresa readmita, abra el centro de Fuenlabrada y pague los salarios. La campaña ha hecho que bajen las ventas entre un cuarto y un tercio en la zona centro de España. La lógica de la plantilla de Fuenlabrada es clara: si no se produce, no se consume. Personalmente, mientras los representantes de los trabajadores no me digan que puedo consumir Coca Cola, no lo haré. La lucha de los trabajadores de Coca Cola ha supuesto un duro revés a la brutal reforma laboral de Rajoy. Una reforma que intenta que lo que antes era normal, como un convenio digno, ahora se considere un privilegio. Son un David luchando contra una gigantesca multinacional que no para de invertir en una cínica publicidad como vía para asegurarse el silencio cómplice de los medios de comunicación: una infamia que caerá sobre la conciencia de los que deberían de defender el derecho fundamental de los ciudadanos a la información. Hay quien solo mira arriba y a su cuenta de resultados y no entiende lo que sucede abajo. La multinacional no ha calibrado bien las fuerzas que moviliza la dignidad de los trabajadores. Y el conflicto ya se ha cobrado a algún sobrado como el presidente de Coca Cola España, pero no es suficiente hasta que no se cumpla íntegramente la sentencia. Mientras tanto, los trabajadores de Coca Cola no se pueden quedar solos, ellos que son solidarios con todas las buenas causas, con todas las mareas y movilizaciones, que luchan por ellos y por nosotros. Volcar la solidaridad con los trabajadores de @cocacolaenlucha es un imperativo social, democrático y, sobre todo, ético. AGUSTÍN MORENO – CUARTO PODER