El Canal es la empresa pública que gestiona el servicio de agua de Madrid, un servicio vital que el gobierno de la Comunidad quiere poner en manos privadas a pesar de que desde el sector público se están gestionando correctamente los recursos, incluso consiguiendo grandes beneficios, se planifican correctamente las necesidades de abastecimiento, se promueve el ahorro y se da un servicio de calidad. De hecho muchos consideran a la de Madrid “la mejor agua del mundo”. El Canal ha sido siempre una pieza codiciada, ya que, además de representar el 10% del negocio del sector del agua en España, dispone de un importantísimo patrimonio (inmuebles, suelo, etc.) y de un grupo empresarial transnacional. Además, en el negocio del agua, por ser un monopolio natural, no existe competencia ni riesgo, con altas tasas de ganancia y con liquidez inmediata, lo que convierte su gestión en una bicoca para las grandes empresas privadas de servicios. No existe ningún argumento real, ni económico, ni técnico, ni social, que justifique la privatización del Canal. El Canal da un buen servicio, valorado positivamente por los ciudadanos; sin embargo se va a poner en peligro con la privatización. La experiencia nos indica que las privatizaciones llevan consigo, en general, el empeoramiento del servicio, la subida de las tarifas, la disminución de la calidad de las plantillas y el empeoramiento de las condiciones laborales de los trabajadores. Esto es así porque el fin fundamental del accionariado privado es maximizar los beneficios y no mejorar el servicio. Además, dejará de ser prioritario reinvertir los beneficios en mejorar el servicio, a favor de un mayor reparto de dividendos. Existen ejemplos de otras ciudades (París, Buenos Aires, Grenoble, Rouen, Atlanta, etc.) que optaron por privatizar la gestión del agua y que con el tiempo no han tenido más remedio que volver al anterior sistema público. En el caso de París, por ser una ciudad europea cercana, después de 25 años de funcionamiento conflictivo de la empresa mixta (SEM) que se creó en 1985, el Ayuntamiento no tuvo más remedio que remunicipalizar el servicio al finalizar la concesión en 2010 por el empeoramiento y el encarecimiento del servicio. Se constituyó Eau de París 100% pública, que tras un año de funcionamiento ha conseguido unos excedentes de 35 millones de euros y ha podido bajar la tarifa en un 8%. Todo el proceso de privatización se está desarrollando con absoluto oscurantismo, ya que apenas se está informando a los ciudadanos de los planes previstos con la gestión del agua. Y algo fundamental. Se trata de un proceso muy poco democrático, ya que los vecinos no han podido manifestar su opinión sobre la privatización y sobre las decisiones adoptadas por el Gobierno de la Comunidad de Madrid, ya que ningún partido ha incluido en su programa electoral la privatización del Canal de Isabel II, ni en éstas ni en las anteriores elecciones autonómicas. Hace unos días se ha iniciado una campaña de petición de firmas por Internet y se ha convocado una manifestación el próximo 8 de octubre, a partir de las 18 horas, entre el depósito de Santa Engracia y Sol, para protestar contra la privatización. La Plataforma contra la privatización del CYII dispone de una web donde podéis encontrar información detallada sobre el proceso. Desde AVIB os animamos a participar en las movilizaciones para defender un servicio público fundamental para todos los vecinos.