Con su característica independencia “El País” titulaba uno de sus artículos el 11 de septiembre; “Venezuela se asoma a la quiebra”. El problema, al parecer, es que Venezuela tiene que hacer frente al pago de 4.650 millones de euros de bonos de su deuda soberana y de la empresa petrolera estatal PdVsa que vencen en octubre. Si en el caso de Venezuela se habla de quiebra porque un Estado y una empresa que ingresa más de 100.000 millones de dólares al año tienen que afrontar esa deuda, ¿cómo habría que titular en el caso del Ayuntamiento de Madrid que cuenta con una deuda de más de 7.000 millones de euros con un presupuesto anual de 4.400? ¿Y qué titular es el adecuado cuando tiene que pagar, como en 2013, más de 1.400 millones en concepto de devolución de deuda, en torno al 30% de su presupuesto? La renuncia de la Sra. Botella a pasar por las urnas, no es sólo la consecuencia de un fracaso personal sino que es la expresión patética del fracaso de las políticas llamadas neoliberales basadas en el gasto suntuoso y las privatizaciones que provocan recortes cada vez más dolorosos de todos los capítulos sociales, especialmente en Madrid; el fracaso de toda la política desplegada por el PP y la oligarquía económica madrileña a la que representan, al menos durante los últimos 20 años. Pero hablar de fracaso en abstracto no es suficiente, hay que concretar más porque, en realidad todo depende del punto de vista desde el que se analice. Para el puñado de grandes empresas constructoras y para la banca, la política del PP ha sido muy beneficiosa. Estos sectores tienen mucho que agradecer a Gallardón o a Botella. La política de gasto desmedido para dar obra y puestos de confianza a esos sectores, la política de privatización de servicios básicos municipales y autonómicos, la política de regalar suelo a instituciones reaccionarias, la política de vender patrimonio público a precio de saldo,… han servido para llenar los bolsillos y las cuentas de un pequeño y privilegiado sector de la ciudadanía madrileña. Pero para la mayoría de los vecinos y vecinas, para los trabajadores y trabajadoras que habitamos los barrios populares de Madrid, esa política ha sido un desastre. En primer lugar porque ha servido para generar una brutal deuda que no ha sido utilizada para resolver los problemas de subdesarrollo social que padecen nuestros barrios. Y, en segundo lugar, porque ahora soportamos su peso a base de recortes, cada día más graves, en todos los servicios públicos. Todas las políticas que se basan en el traspaso de riqueza de los que menos tienen a las manos de los que la acaparan están fracasando porque el auge no se aprovechó para paliar las muchas y graves carencias sociales que tiene la ciudad, y, ahora, en la crisis, somos los que padecemos esas carencias, los que pagamos de nuevo el pato viendo como desaparece lo poco que se tenía, empezando por el empleo tanto privado como público. La política de recortes del gasto social, desde el punto de vista de los barrios periféricos (entendido no sólo en un sentido geográfico), es un fracaso porque no es capaz de resolver problemas elementales como el desempleo masivo, la precariedad, la vivienda… ni es capaz de garantizar los derechos a una enseñanza y una sanidad realmente universales, de calidad y gratuitas. Por todo ello, y una vez más desde el punto de vista de los vecinos y vecinas víctimas de esa política, es un objetivo comprensible y necesario acabar con ella. Pero entendido no sólo como un cambio de gestores, sino como un cambio de política. No es un problema de falta de recursos sino de a qué se destinan los que hay. La prioridad del presupuesto municipal tiene que ser el gasto social y no el pago de la deuda. Cualquiera que pretenda llevar a cabo una política distinta a la del PP sin tocar el pago de la deuda se verá abocado a hacer lo mismo, con pequeñas variantes que no serán sustancialmente distintas. En vez de recortar a lo bestia, recortar un poco menos… Por el contrario, recuperar el gasto social al nivel que realmente necesitan los barrios, implica que la primera medida a tomar sea la de declarar una moratoria de la deuda. Tras una auditoría de la misma se verá qué deuda se paga y cómo, exigiendo una reestructuración y una quita de parte de la misma que libere recursos para destinar al gasto social, ahora que es cuando más se necesita. Esta es la piedra angular que debería unir a una alternativa electoral municipal en Madrid que pretenda representar a los sectores más olvidados y castigados por la crisis y todas las políticas de recortes de empleo, salarios y derechos que afectan especialmente a los barrios de la clase trabajadora. Junto a esa piedra otras deben jugar un papel también clave para recuperar y mejorar los servicios públicos, como la remunicipalización de lo privatizado y de lo cedido a gestión privada, o la descentralización y democratización de una estructura municipal que ha desarrollado una jerarquía autoritaria y despótica en la que los vecinos y vecinas son un cero a la izquierda. Madrid 17 de septiembre de 2014 Verónica Parra, presidenta de la Asociación de Vecinos Independiente de Butarque (Villaverde), Arantxa Alonso, presidenta de la Asociación de Vecinos de Aluche (Latina), Alicia Delgado, presidenta de la Asociación de Vecinos de Vicálvaro, Juan Miguel Gómez, Asociación de Vecinos La Incolora (Villaverde), Pedro Casas, Asociación de Vecinos de Carabanchel Alto (Carabanchel), Javier Poveda, presidente de la Asociación de Vecinos de Lucero (Latina) y Juan José Fuenteaja, presidente de la Asociación de Vecinos Nudo-Sur (Arganzuela).