Decepción entre los médicos en el primer mes de la ley de libre elección

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Las pegas son muchas. En general, los profesionales consultados están de acuerdo con la libre elección. Es un derecho del paciente, argumentan. Pero necesita de ciertas normas para que funcione. Los médicos han empezado a detectar que ciertas personas están cambiando de médico solo para conseguir una receta o una baja médica. El sistema, según una prueba realizada por un profesional, permite a una persona elegir a tres médicos diferentes en una tarde, que le visiten los tres y que le receten, por ejemplo, benzodiazepinas (un medicamento psicotrópico). La libre elección ha propiciado también que los cupos (el número máximo de pacientes) aumenten, lo que amenaza con saturar determinadas consultas. Una carta abierta de Joaquín Morera, médico de familia en el centro de salud Mirasierra, en la que relata su primera experiencia con el nuevo sistema ha sido muy comentada en la blogosfera médica. «Hoy me han asignado el primer paciente por libre elección, un ciudadano de 53 años que, según él mismo ha comentado al solicitar el cambio, quiere que le atiendan en mi centro porque en el suyo solo mandan jarabes cuando tiene catarro. Le daba igual el médico que le asignaran y ha realizado su elección literalmente a dedo: pues este mismo». Sanidad defiende que la libre elección permite comprobar qué profesionales son los mejor valorados para, en un futuro, recompensarles con incentivos. Pero el verdadero problema que detecta Morera es otro: «Una vez asignado en nuestro centro ha solicitado que le viese el médico de urgencias. Yo no sé si le llegaré a ver algún día pero, interesándome por su salud y por conocer algo más de él, ha querido saber cómo podía acceder a su historia. La respuesta es que de ninguna manera hasta que acuda a consulta, se solicite su historia y nos la envíen desde el centro donde ha estado atendido hasta ahora, no sabemos cuántos días después». La aplicación informática que permite consultar la información los pacientes desde cualquier centro aún no está lista. – AP-Madrid no arranca. Solo el 26% de los 420 centros de salud de la región tienen ya instalado AP-Madrid, la nueva aplicación informática centralizada con la que van a trabajar todos los profesionales. Ahí está la historia clínica, las derivaciones, las pruebas, la medicación… Sustituye a OMI-AP, un sistema que únicamente permitía consultar los datos del paciente en el mismo centro de salud. El retraso -la aplicación se colgaba, no permitía imprimir recetas, le faltaban funciones…- en la implantación de AP-Madrid ha obligado a Sanidad a cambiar de planes y poner en marcha la libre elección sin tener listo el sistema informático. «No se puede acceder a toda la historia. Hay un visor, el Panacea, que te permite ver un resumen, pero no imprimir una receta, por ejemplo», afirma Julián Ezquerra, vicecoordinador general de Femyts. «No es la herramienta con la que trabaja un médico. Eso, en este momento, es un gran problema», añade. – ¿Aún más pacientes? Antes, el coordinador del centro de salud repartía la carga de trabajo -los nuevos pacientes- entre todos los médicos, explica Paulino Cubero, presidente de la Sociedad Madrileña de Medicina Familiar y Comunitaria (Somamfyc). «Ahora se está permitiendo que algunos profesionales se sobrecarguen». Los cupos máximos de médicos de familia y pediatras han aumentado entre 150 y 250 o 300 pacientes, añade. «Las agendas se han llegado a establecer en 50 pacientes al día, como si eso fuera normal. Pero es contrario a cualquier norma de buena práctica clínica», apunta Ezquerra. – Al domicilio va otro médico. A los profesionales les preocupa también la llamada continuidad asistencial. Una persona puede elegir un médico o enfermera en un barrio o incluso una ciudad que no es la suya. Pero si un día necesita que le vean en casa (visita domiciliaria) el médico que acudirá no será el que tiene elegido, sino el que esté más cerca. Ahí está habiendo problemas, asegura Cubero, porque con la nueva división territorial no está claro qué calles pertenecen a un centro de salud o a otro. «Esto está creando tensiones», añade. Los profesionales no saben cuáles son los pacientes de su zona. – Sin condiciones. Se puede cambiar de médico en cualquier momento y sin dar explicaciones. Se pide y se concede. La carta del médico de Mirasierra cuenta su segundo caso de libre elección: «Un joven quería elegir a una enfermera para que le realizara en ese momento la cura de un absceso. Tras la cura ha solicitado las recetas que algún médico de otro centro le había pautado. Lógicamente la enfermera no podía hacerlo. Sin más, ha elegido por libre elección un médico del centro y ha solicitado que le hiciera la medicación de urgencias. Muy posiblemente en pocos días se vuelva a asignar a su centro porque no tiene ninguna intención de cambiar de médico». – Éxito o fracaso. Más de 65.000 madrileños han solicitado cambio de profesional en el primer mes de la libre elección, según Sanidad. 25.000, de médico de familia. «Es el número habitual. Siempre hay cambios de domicilio o de turno de trabajo», afirma Marciano Sánchez Bayle, de Adspm. La propia Administración, añade, ha reconocido que la mayoría de cambios son dentro del centro de salud, que es algo que ya se podía hacer antes de la ley. «Montar toda esta estructura para que solo un 5% de pacientes se cambian no tiene ningún sentido», añade Ezquerra. «Los que hagan uso de esto son los problemáticos, porque el noventa y tantos por ciento están contentos con su médico» La carta de Morera explica otro caso: una pareja que vive en la zona, pero quiere seguir empadronada en otro pueblo. Un problema, les advierten, en caso de necesitar asistencia a domicilio. «Es irracional», dice. «La libre elección es un derecho, pero es un riesgo que no haya control de las historias clínicas y que un usuario pueda cambiar cada hora de médico», concluye.