De las palabras a los hechos

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El movimiento vecinal madrileño lleva más de 40 años luchando por la mejora de las condiciones de vida de los vecinos en sus barrios y pueblos. En ese camino, y siendo conscientes de que las grandes decisiones que afectan a los barrios se toman en las instituciones superiores (Gobierno Central, Comunidad y Ayuntamiento de Madrid), se produjo un proceso de unión y creación de coordinadoras, y federaciones. En condiciones de falta de libertad conseguimos movilizaciones muy importantes que obligaron a solucionar la mayoría de los graves déficits que acumularon nuestros barrios y pueblos durante el franquismo. Y aceleramos, junto con otros movimientos, el restablecimiento de unas libertades que, sin embargo, ahora usamos muy poco. La FRAVM se creó en ese contexto y se dotó de un discurso progresista que es patrimonio de todas y todos, en defensa de los más desfavorecidos, de lo público, por la convivencia y solidaridad en los barrios, por el reequilibrio social, los equipamientos y servicios sociales necesarios, la democracia participativa en todos los ámbitos, etc. Y defendemos que para conseguir las cosas precisamos de la lucha y la negociación, siendo esta última consecuencia de la primera, pues la vida, lo sabemos bien por experiencia individual y colectiva, es una constante y desigual lucha de intereses, en la que el poderoso arrasa con todo lo que el débil le permite. Nuestros documentos y reuniones está llenos de llamadas y reflexiones sobre la necesidad de la lucha, pero cuando se trata de ponerlo en práctica, siempre surge una excusa que la hace inconveniente. Sin olvidar ámbitos mayores (Gobierno central) ni más pequeños (pueblos), cuyo análisis corresponde a las asociaciones de su propio ámbito, podemos constatar que las políticas desarrolladas por el PP en la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid están siendo nefastas para los ciudadanos madrileños, y en particular para los más desfavorecidos, destacando en particular: – La corrupción (recordemos que E. Aguirre llegó a la presidencia por un pucherazo electoral, caso Gürtel, Guateque, etc.) – El saqueo de los bienes y servicios públicos (que pertenecen a todos), transferidos a las manos privadas de corporaciones que sólo buscan el beneficio propio en detrimento del bien social. – El despilfarro presupuestario en beneficio de las grandes empresas, cargando en las espaldas de los trabajadores (precios, impuestos y tasas) el sobrecoste de las privatizaciones y privilegios – Un autoritarismo y centralismo que elimina el control democrático real, aunque adornado de planes, comisiones o consejos absolutamente inoperantes. Pensamos que la FRAVM no ha estado a la altura, ni de las circunstancias, ni de su propio potencial, en muchas de las luchas que se han producido en Madrid en los últimos años. En unos casos porque no nos gustaban los compañeros de viaje, pero resultó que los que nos gustaban no terminaron de arrancar, condenándonos a la inactividad. En otros casos no podíamos juntarnos con asociaciones no federadas, con lo que, lejos de atraer a asociaciones y plataformas surgidas de conflictos, las hemos alejado de nosotros. Parece que después de 40 años de experiencia no sabemos cómo organizar movilizaciones, y nos excusamos en eso de que “la gente no se mueve”. Pero resulta que la gente sí se mueve, y cuando se han dado condiciones de movilización notable, las hemos llevado a días y lugares poco adecuados, con lo que se perdió buena parte de su potencialidad. Sabemos que la participación ciudadana que nos ofrece el Ayuntamiento de Madrid es una farsa, que no sirve para nada, con unas Juntas de Distrito vaciadas de contenido y presupuesto. De hecho la mayoría de las AAVV ya no participan de los consejos, pero en lugar lanzar un mensaje claro a la sociedad con una denuncia contundente de la situación, mantenemos el paripé participativo con propuestas imposibles (presupuestos participativos) y acusamos de la situación a los presidentes de las Juntas, olvidando que fueron nombrados por el alcalde y que esto ocurre en toda la ciudad. Recuperar el carácter reivindicativo de las Asociaciones de Vecinos, es la única manera de defender la dignidad de los vecinos cuyos derechos sociales y democráticos están siendo recortados. Este debe ser el objetivo principal de las AAVV y de la propia FRAVM, aunque ello ponga en riesgo ciertas subvenciones y ayudas que recibimos de las instituciones, a las que tenemos derecho, pero que sabemos están sujetas a la manipulación de los mezquinos intereses de algunos gobernantes. Y recuperar también el carácter participativo y asambleario de nuestra organización, debe ser otro de los objetivos irrenunciables. Las decisiones importantes no pueden recaer sólo en los órganos de dirección. Hay que dotar de capacidad resolutoria a las comisiones de trabajo, y fomentar la celebración de asambleas de AAVV, bien sectoriales, bien territoriales, favoreciendo la relación y actividad común con otras asociaciones vecinales y colectivos que compartan nuestros objetivos.