El Infierno en una laguna del Parque Regional del Sureste

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Desde el año 1989, Ulibarri, empresa desaparecida, ha estado vertiendo aceites en esta laguna de 1,2 hectáreas, dentro de una parcela de 6,4 hectáreas, resultado de la explotación minera en el paraje de la Boca Alta, en el municipio de Arganda. Han sido años y años de vertidos ante la indiferencia de las distintas administraciones. En 1998 Remua S.L., adquiere la laguna por compensación. Finalmente la Comunidad de Madrid, compra la parcela por 50.000 €, al parecer la empresa propietaria pedía 300.000 €. Alto precio para algo que no vale nada, para algo por lo que debía haber pagado el propietario, solo por librarse de tan mortal carga. En marzo de 2009, la Comunidad anuncia la recuperación de la laguna y, se da un plazo para ello de 2 años (podemos verlo en este artículo), incluso nos muestran imágenes con la laguna recuperada. Parece ser que se ha intentado rellenar, pero esa masa informe, salida de una película de terror, a medio camino entre líquido y sólido, emerge de nuevo. Se puso algo parecido a unas lonas, en un intento de evitar que murieran las aves, pero tuvieron que retirarlas porque estaban siendo engullidas por la laguna. Han pasado los dos años que se dio de plazo la Comunidad de Madrid y no ha cambiado nada, si exceptuamos las miles de aves que han sido engullidas y han pasado a formar parte de esta gelatina mortal. Esta laguna, además de engullir conejos, cormoranes, búhos, etc. también engulle hombres, lo podemos ver en este artículo. Las mediciones del PH, dan entre 1 y 3. Según he leído, la laguna tenía una profundidad de 10 metros antes de contener los aceites, aunque esto ha cambiado, pues al parecer, lo que sea que contiene, también está engullendo el fondo y hoy nadie sabe la profundidad real de la laguna, ni la cantidad de «aceite» que acumula. Dicen que está impermeabilizada y que no se filtra su contenido. Qué van a decir. Habría que hacer mediciones en los acuíferos y lagunas vecinas. La semana pasada, visité la laguna. Fue una experiencia brutal, aterradora. Había cientos de cadáveres, fundamentalmente aves, sumergidos, como si la laguna quisiera ocultar tanta muerte bajo ese cielo, reflejado y ennegrecido. No tengo palabras, tan solo unas imágenes que os dejo y ese olor que impregna el aire y todo cuanto toca. El Infierno existe, está en el Parque Regional del Sureste camuflado de cielo, oculto tras una valla de bloques de hormigón. También existen los demonios, unos vertían el líquido negro, otros miraban a otro lado al tiempo que inauguraban escuelas, carreteras u hospitales.