Con esta iniciativa se pretendía invitar a la reflexión a todos los vecinos y vecinas del barrio sobre las ventajas que ofrece el intercambio de bienes y servicios frente a los efectos del consumo compulsivo y sin límites en el que nos han educado. Además del tema económico en esta época de crisis y desempleo, uno de los principales beneficios es la reducción del impacto medioambiental y el fomento de un consumo sostenible, ya que en lugar de adquirir nuevos bienes se reutilizarán otros que ya existen y que normalmente se encuentran en buen estado, contribuyendo a un menor deterioro y desgaste de los recursos de nuestro planeta. A lo largo de la mañana, personas vecinas y no tan vecinas (algunas venían de lejos…al “olor” del mercadillo), calculamos que unas 200 o más, se relacionaron, crearon lazos de unión y solidaridad, colaboraron compartiendo con las demás las cosas que ya no utilizaban ( ropa, zapatos, libros, películas, juguetes, etc.), se llevaron las que necesitaban, cooperando en la recuperación, reutilización y reciclaje, al tiempo que cubrían algunas de sus necesidades, sin recurrir al mercadeo que solo cifra todo en dinero y consumo salvaje.
