IES Juan Ramón Jiménez, la historia de nunca acabar

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La segunda fase del instituto Juan Ramón Jiménez, que debería haber sido inaugurada a principios de septiembre en el inicio del curso escolar 2016/17, tal como se prometió y aseguró en muy diversas ocasiones desde la Consejería de Educación, abrirá sus aulas a los alumnos el próximo 9 de enero. Durante este primer trimestre, estudiantes y profesores han convivido con obras y compartido espacios por falta de salas en un centro que tiene todos los visos de quedarse pequeño antes de estar acabado.

Para los estudiantes de Butarque no supone ninguna novedad acudir a las aulas en compañía de obras, ruidos y maquinaria pesada; lo llevan haciendo desde que en el curso 2007/08 se vio la necesidad de ampliar el colegio El Greco para dar cabida al número de solicitudes de matriculaciones que prácticamente triplicaban las estimaciones previstas por la Consejería. También han sufrido obras los alumnos del colegio Ausiàs March, levantado junto a El Greco, ya que éste pese a duplicar su capacidad resultó insuficiente para atender la demanda escolar del barrio; y construido en tres fases para repartir el gasto en tres presupuestos distintos, aun sabiendo que con ello se incrementa el coste final de la obra, priorizando de esa forma los intereses presupuestarios sobre la calidad de la educación de los alumnos. Mientras tanto, El Greco se transformó en CEIPSO para dar cabida a alumnos del mismo centro, alumnos de Secundaria y alumnos del Ausiàs March. Una vez finalizado el Ausiàs March, mantuvo parte de sus instalaciones ocupadas por alumnos de Secundaria del CEIPSO El Greco, ya que el centro no tenía aulas disponibles para los mismos y aún no existía un instituto al que pudieran acudir.

El instituto Juan Ramón Jiménez lleva ya dos fases, y está pendiente una tercera, de la cual se ha aprobado recientemente la partida presupuestaria. A estas alturas, y tras la experiencia de los últimos nueve años, casi sería un milagro esperar que la tercera fase estuviera lista antes del inicio del curso escolar 2017/18, aunque es lo que se va a exigir atendiendo exclusivamente a la calidad de la educación y el beneficio de los estudiantes. Pero la mayor preocupación estriba en que, considerando la demografía de la zona, la construcción de nuevas viviendas a las que ya se están incorporando familias, y sencillamente haciendo un recuento de los alumnos de los cuatro colegios más cercanos al instituto, las cifras no cuadran, y para el curso 2018/19, cuando se incorpore la primera promoción del Ausiàs March, la demanda va a superar con creces el número de plazas disponibles. Tras once años soportando y conviviendo con obras, los alumnos de Butarque seguirán sin tener garantizada una plaza en un centro público donde poder continuar sus estudios.

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