La sorpresa de los turistas sólo era comparable a la de los críos y bebés que, apenas levantando un palmo de la silla o del suelo, pululaban por el kilómetro cero. Si el carnaval ha quedado atrás y los señores de las carrozas no son los reyes magos, ¿quién coño son estos?, parecían preguntarse con esos ojos abiertos. De azul marino y amarillo fluorescente, los apagafuegos repartían globos, enviaban cohetes a la noche y entregaban a papá billetes de 50 euros con la efigie del alcalde. En su reverso, impresa, constaba la explicación a todo: «Madrid está en peligro, bomberos bajo mínimos. Gallardón: los bomberos no tienen que pagar las consecuencias de tu derroche y ambición. Queremos más bomberos, vehículos y medios materiales; mejor formación; menos jefes; tener agua caliente en los parques, y no queremos convivir con ratas y cucarachas». Una ilustración de una ciudad apocalíptica, con sus emblemáticos rascacielos pasto de las llamas, acompaña el logotipo de Comisiones Obreras. Es el enésimo acto de reivindicación del cuerpo, pero ninguno tan vistoso: la protesta como espectáculo. De la Plaza de Cibeles parte, a las 17.30 horas, un abigarrado desfile encabezado por un sosias de Gallardón, transmutado en fararón entronizado, con sus esclavos y su séquito. La comitiva luce parafernalia al uso, pirámides de pega incluidas, con lemas críticos con la subida de impuestos y con sus condiciones de trabajo. Reniegan de las horas extraordinarias y piden que se amplíe el número de funcionarios para poder atender sus obligaciones. Referencias a la trama Gürtel, al túnel de la M-30, a Alí Babá y los cuarenta ladrones. «Gallardón, despilfarrador». «No queremos dinero, queremos seguridad» «El alcalde y su equipo de gobierno nos han ignorado totalmente, pero no hemos optado por darnos de baja por causas psicológicas sino por rechazar las horas extraordinarias, ya que más del 92% de la plantilla sufría un exceso de horario», explica Juan González, de UGT, sindicato convocante del acto junto a CCOO. «Me gustaría que Gallardón tomara cartas en el asunto y que no espere a las elecciones ni a que Madrid sufra ningún percance. No queremos dinero, queremos seguridad». Conscientes de ello, ciudadanos anónimos y asociaciones de vecinos se sumaron a la marcha. Inocencio Rial considera «lamentable» que el Ayuntamiento «recorte en seguridad». Por ello, se aferra al altavoz y encadena una soflama con otra. Le acompañan una veintena de colegas de la ONCE, que portan pancarta propia: «Madrid sin bomberos, ¡ni lo veo ni lo creo!». El hombre que alza con discreción un manifiesto pegado a una carpetilla es Pedro Casas, presidente de la AAVV de Carabanchel Alto. «Sus reivindicaciones son justas y lo que piden nos beneficia a los vecinos. Gallardón los tiene abandonados, como tiene abandonado a todo Madrid, con sus proyectos absurdos para él solito», opina. Ramón Gómez alza pacíficamente una muleta (con pancarta) a lo Cojo Manteca y secunda, metros más allá, a Casas. «Totalmente ninguneados. Piden medios y les dicen que carecen de presupuesto, pero lo que no hay es vergüenza», insiste. Más: Willy, director de la escuela de percusión brasileña Bloco do Baliza, brinda el «apoyo» de sus chicos y tambores a una «causa justa»; el grupo de opositores a bomberos que prefieren cederle la palabra a sus futuros compañeros; la señora que relaciona la gestión del alcalde —»que no cumple»— con lo que podría hacer el PP —»que dice que va a arreglar España»— en el Gobierno central; etcétera. Más efectivos, pero también más parques Cibeles, Alcalá y, antes de partir hacia la Plaza de la Villa, donde se ubica la histórica sede del Ayuntamiento, un camión de bomberos que surca sin detenerse, hasta desaparecer por la calle del Carmen, una atestada Puerta del Sol. Allí, lectura de manifiesto y reproducción de un casi cuplé dedicado al alcalde, inspirado en el aria para soprano del tercer acto de la zarzuela La corte de Faraón, pero con una letra para la ocasión: Ay ga, Ay ga / Ay Gallardón qué despilfarro / Ay ga, ay ga / Ay ganas dan de enviarte al paro. Han pasado dos horas y falta poco para poner fin a la manifestación. Toca arrancar hacia la meta, previo desmantelamiento del Parque 13 de Bomberos, que acaba de ser construido simbólicamente frente a la Real Casa de Correos y que, en realidad, no existe. «Hace quince años que no se construye un nuevo parque y, sin embargo, ahí están los desarrollos urbanos, lo que provoca que la atención a un siniestro tarde más de lo debido», explica Ángel Lara, portavoz adjunto del grupo municipal de Izquierda Unida, que también se ha sumado a este singular desfile. «Están supliendo con su entrega y sacrificio las carencias del Ayuntamiento en materia de seguridad. Habría que preguntarle a Gallardón dónde están los 1.875 bomberos que prometió para el 31 diciembre de 2010».