Cuando atraviesas la puerta de esta clase, lo primero que se escucha es la melodía de ‘La flauta mágica’ de Mozart . Uno puede pensar que se está impartiendo una clase magistral de música clásica pero los alumnos de este aula apenas superan el medio metro de altura. Son niños de entre dos y tres años que participan en un taller de musicoterapia infantil que imparte Begoña González, una joven músico que “vive con pasión” este arte. La Asociación de Vecinos Independiente de Butarque organiza todos los meses diferentes actividades y este mes de septiembre ha contado con Begoña para que enseñe a los más pequeños el mundo de las notas y las melodías. Reconoce que es “complicado” mantener la atención de los niños. “Más de diez minutos un crío de dos o tres años no mantiene la atención en algo concreto” , explica Begoña. Por ello, ella desarrolla un método “particular” en el que el aprendizaje se basa en juegos y cuentos. Unas simples pelotas de pilates sirven a Begoña para preparar una actividad “dinámica y participativa”. “Pongo la música y les digo tenéis que girar alrededor del círculo con la pelota y moverla al ritmo de la música y cuando pare tenéis que quedaros quietos y abrazados a la pelota” , describe la profesora a este periódico. Aunque parece simplemente un juego en el fondo tiene una repercusión en el cerebro del menor estimulando su parte cognitiva. “El niño está jugando con la música y metido en la dinámica del movimiento y el sonido, está disfrutando y no se da cuenta del benefi- cio”, cuenta Begoña. LA MÚSICA COMO TERAPIA Este tipo de clases también es una especie de terapia para aquellos niños con dificultades en el lenguaje o en la relación con el resto de chicos. “Llegó un crío que no abría la boca y al principio tarareaba las canciones, era capaz de cantar antes de hablar, y al final, acabó hablando” , asegura Begoña que reconoce que, para seguir mejorando estos problemas, se debe acudir a especialistas.