Fue una operación a plena luz del día. Realizada durante horas. Y con un estruendo considerable. El colmo, acaso, de la visibilidad. Unos 20 vehículos, entre camiones y furgonetas, se llevaron el martes de la nave abandonada de la extinta empresa de ferrocarriles Tafesa, en el distrito de Villaverde, todo el hierro que pudieron cargar. Los asaltantes iban disfrazados con monos de operarios para pasar inadvertidos. A simple vista, cuesta trabajo imaginar cómo fueron capaces de desbrozar y transportar las gigantescas vigas que sostuvieron en su día a uno de los mayores fabricantes de vagones para mercancías. Pero los vecinos de Villaverde Bajo, que hacen este relato, aseguran que los saqueadores venían preparados con sopletes para hacer más manejable el material robado. Algunos de ellos dicen que fueron testigos del robo. Sobre las nueve de la mañana, explican, uno de esos camiones enganchó un cable a uno de los tejados de una de las casetas de la parte trasera de esta nave de 37.700 metros cuadrados. Tras fijarlo bien, el conductor pisó el acelerador. La instalación, de unos 10 metros de altura, tardó en ceder. Pero cuando lo hizo, el estruendo fue ensordecedor. “Vimos movimiento desde casa y decidimos venir a ver qué pasaba. Algunos vecinos nuestros pensaban que nuestro edificio se había venido abajo”, recuerda Vanesa López, de 32 años y vecina de la calle del Estroncio, situada a 10 metros de la nave. Los ladrones, sin embargo, ya habían entrado más veces. Según denuncia José Galán, presidente de la Asociación de Vecinos La Unidad de Villaverde Bajo, los saqueadores llevan irrumpiendo en los antiguos talleres de Tafesa desde finales de septiembre. En 2011, la empresa ferroviaria se declaró en concurso de acreedores y sus instalaciones fueron vaciándose. Y con ellas, la seguridad. Lo cual ha motivado los sucesivos allanamientos, aunque ninguno había sido tan voraz: “Se han comportado como termitas”. Un día después del robo, tres empleados de seguridad impedían el paso al recinto. De las casetas asaltadas queda prácticamente el esqueleto. Incluso faltan algunas chimeneas. “Se las llevaron poniendo dos escaleras juntas para poder llegar”, añade Vanesa, anonadada. La Policía Nacional recibió el aviso a la hora de comer. Al lugar se desplazaron también agentes municipales y los bomberos. Aunque fuentes policiales explican que al ser un edificio abandonado, y no tener constancia de denuncias, la actuación no fue más allá. Según los vecinos, los ladrones, al verse sorprendidos, se identificaron como empleados de una empresa de demolición. “Lo parecían, la verdad”. Estos terrenos son propiedad del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif), que asegura que ha denunciado en varias ocasiones los robos sufridos. Y que está trabajando para buscar una solución a esta zona. Desde IU se plantean llevar el desguace de esta nave a la Comisión de Seguridad del Ayuntamiento. Rashid también lo vio todo. Pero a él no le parece que se hayan llevado un gran botín: “El hierro se paga a 10 céntimos el kilo”. El kilo del cobre que está pelando cuesta, en cambio, seis euros.