Y allí estaba Rubén Juárez, frente a la escalera de bajada de la estación de Villaverde Alto, a eso de las 8.40 de la mañana, a 20 minutos de que empezaran las clases. Rubén, que sufre parálisis cerebral y debe desplazarse en silla de ruedas, no tenía salida posible. La estación no estaba adaptada con ascensores para discapacitados. Viajaba el pasado jueves en la línea C-4 hacia Getafe Centro, la estación más cercana a la Universidad Carlos III, donde estudia Periodismo y Comunicación Audiovisual. Pero el tren se paró. «No nos dijeron qué había pasado», relata. Le obligaron a bajarse y quedó atrapado sin poder cambiar de andén ni salir de la estación. «Llamé a Renfe y no me dieron ninguna solución». También telefoneó a la Policía. «Me dijeron que no podían hacer nada, que Renfe tenía sus mecanismo de reclamaciones», explica. Rubén tuvo que volver hacia la estación de Sol para coger otro tren. «Tenía que estar en clase a las nueve y al final llegué a las 12.30», asegura Rubén, que no entiende cómo si no está adaptada la estación le hicieron bajarse en ella y no en otra. Además, pide que si no puede coger el tren le sea facilitado un taxi para llegar a su destino. No es la primera vez que sucede un caso similar. Adif, propietaria de las estaciones, no ofrece ninguna respuesta sobre lo ocurrido con Rubén. Según datos de la compañía, sólo 30 de las 97 estaciones de Cercanías están adaptadas. De acuerdo al protocolo de accesibilidad universal de los servicios ferroviarios, en el año 2012 las estaciones de Adif permitirán la plena autonomía en el acceso a los servicios ferroviarios al 90% de los viajeros y alcanzarán una cobertura total para 2014.